«El CFGS te proporciona un primer contacto con una profesión, para testar si realmente te gusta, y luego el abanico de posibilidades que se te abre es muy grande»

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Ivan Ortega estudió el ciclo formativo de grado superior (CFGS) en Desarrollo de Aplicaciones Multiplataforma de formato dual en el Campus Profesional de la Universidad de Vic – Universidad Central de Cataluña. Una vez finalizado el ciclo, decidió ampliar sus conocimientos y estudió el grado en Multimedia. Aplicaciones y Videojuegos de la misma universidad. Acabó sus estudios con ocupación y actualmente trabaja como desarrollador front-end en la empresa Seidor. En una conversación, nos explica sus impresiones como estudiante de ciclos formativos y de grado, y su experiencia laboral como programador.

Cuando acabaste el instituto y tuviste que decidir tu futuro académico, ¿por qué escogiste un ciclo formativo de grado superior?

En aquel momento y con aquella edad no tenía ganas de ir a la universidad porque después del bachillerato veía los grados universitarios como “una cosa muy gorda” y que a mí me parecía muy teórica; era muy “continuar estudiando”, tal como había hecho hasta entonces. Por eso, me decidí por el ciclo formativo, que entendía como más técnico y que ofrecía muchas prácticas. También opté por él porque el desarrollo de aplicaciones multiplataforma me atraía: era lo que me gustaba.

«Parecía que, si no ibas a la universidad, no querías estudiar, pero al acabar el CFGS vi que tenía más conocimientos que muchos universitarios de mi edad»

¿Qué te motivó a elegir estos estudios en concreto?

Escogí el ciclo de Desarrollo de Aplicaciones Multiplataforma porque me gusta mucho la informática. Antes de acceder a él, ya había hecho algunos cursos subvencionados, en los que tuve muy buena experiencia. La UVic-UCC ofrecía un ciclo en este ámbito y además estaba cerca de casa. Todo esto me llevó a decidirme por él.

¿Y cómo lo recuerdas, tu paso por el CFGS de la UVic-UCC?

Me sorprendió más de lo que esperaba. Al principio todo el mundo me decía: “la gente que no estudia hace un ciclo formativo de grado superior”, y parecía que, si no hacías selectividad e ibas a la universidad, era porque no querías estudiar. Sin embargo, al salir del ciclo vi que tenía más conocimientos que otros estudiantes que habían hecho bachillerato y que en aquellos momentos estaban cursando un grado. Tenía la sensación de que iban más perdidos, porque yo tenía la misma edad y ya sabía muy bien que más quería estudiar y a qué me quería dedicar.

El ciclo formativo de grado superior que cursaste era dual, es decir, que combinaba las clases tanto teóricas como prácticas, con las estancias en empresas. ¿Es una buena manera de aprender, ésta?

Al principio me costó un poco, puesto que entras en la empresa cuando sólo hace un año y medio que te estás formando, y con este corto espacio de tiempo has aprendido muchas cosas, pero en el fondo tampoco es que sepas mucho, en comparación con los profesionales. Empiezas un poco “verde” en el trabajo, pero como que ellos ya saben que vienes de un dual y que estás haciendo prácticas allí para aprender, entienden que su rol es el de enseñar. Realmente va bien para introducirte en el mundo laboral y entonces, si gustas a la empresa, como pasó en mi caso, se te pueden quedar al acabar la estancia, y sin ni darte cuenta ya estás dentro del mundo laboral trabajando de lo que te gusta.

¿Cuándo fue y qué pasó que te llevara a querer continuar estudiando y hacer el salto a la universidad?

Si continué estudiando es “por culpa” de la profesora Dolors Anton. Ella veía que sacaba muy buenas notas y siempre me decía: “no puede ser que saques estas notas y no vayas a la universidad”. A mí me daban mucho miedo las asignaturas de primer curso, como matemáticas o física, porque son ramas que en el ciclo no se tocan tanto. Pero ella, al ser profesora de mates, me propuso darme clases y ayudarme si tenía problemas una vez estuviera en el grado, y al final me animó. Más adelante, le he agradecido mil veces que lo hiciera.

«Las estancias en empresas van bien para introducirte en el mundo laboral y te abren la posibilidad de continuar trabajando de lo que te gusta una vez las acabes»

Y decidiste cursar Multimedia. Aplicaciones y Videojuegos en la UVic-UCC...

Por varios motivos: por el ámbito de los estudios, está claro, pero también por la proximidad y por el hecho de que, al haber realizado el ciclo formativo previamente, me convalidaban 60 créditos, es decir, prácticamente un curso entero. El primer año lo empecé con un poco de miedo. Había estas asignaturas comunes que me daban respeto y también estaba la incertidumbre sobre dónde me estaba metiendo. ¡Fue muy gordo para mí! Sin embargo, cuando me saqué estas asignaturas del primer cuatrimestre, el resto me fue muy bien. Vas encaminado, sabes qué quieres, ya conoces un poco cómo funciona la Universidad... es mucho más fácil.

Por lo tanto, haber hecho el ciclo formativo de grado superior primero, en tu caso, fue de gran ayuda.

Muchas asignaturas del grado tienen profesores que también dan clases en el ciclo y, por lo tanto, todo ello ya me era familiar. Además, en las de programación ya tenía las pautas: para mí era muy fácil porque ya lo sabía hacer, lo había hecho mil veces durante el ciclo, y haber trabajado y hecho prácticas en el ámbito también me ayudó. Del grado, destacaría la gran salida laboral que tiene (los profesionales estamos muy solicitados y es fácil encontrar un buen trabajo) y también el hecho de que te permite trabajar más la parte gráfica. Los informáticos tenemos mucho la fama de no tener criterio visual y únicamente hacer las cosas para que funcionen, y en este grado se evidencia que no es así, que también podemos ser creativos.

«Los informáticos tenemos mucha fama de no tener criterio visual y en el grado en Multimedia se evidencia que también podemos ser creativos»

Te graduaste el año pasado, pero antes de acabar los estudios ya estabas trabajando. ¿Cómo fue el proceso de encontrar trabajo?

La empresa donde hice prácticas durante el ciclo, Ausatel, me contrató y estuve trabajando ahí durante la carrera. Más adelante, vi una oferta en Seidor que me llamó la atención y decidí cambiar, y es donde trabajo actualmente. Desde que empecé las prácticas en el ciclo, en ningún momento he dejado de trabajar en aquello que a mí me gusta. Mi trabajo actual es la de desarrollador de front-end, la parte visual de una página web. Sin embargo, también hago de full-stack, que combina la parte visual con la parte de código que hay detrás para que la parte visual funcione.

En una profesión tan cambiante, la actualización de conocimiento es clave. Lo que estudias en el grado puede ser caduco justo después de acabar los estudios... ¿De qué manera te prepara la Universidad para esta realidad?

Básicamente mi trabajo es programación y es muy similar a otro lenguaje. Por ejemplo, es como saber catalán y aprender castellano. Hay muchas palabras que son parecidas, pero cambian un poco. Una vez sabes las bases, si las tienes muy asentadas, aunque vayas a un trabajo donde utilicen un lenguaje diferente al que has estudiado, después de explorarlo un poco, es muy fácil saber y entender qué tienes que hacer y cómo hacerlo. Sabiendo las bases, no hay problema.

«Una vez tienes las bases muy asentadas, es muy fácil saber y entender qué tienes que hacer y cómo hacerlo»

Sabemos que faltan muchos profesionales calificados en tu ámbito. ¿Qué dirías a los jóvenes para que empiecen a interesarse y a estudiar programación?

¡Que no se asusten! Cuando lo ves desde fuera, puede parecer complicado. Cuando piensas en un programador, tienes la imagen de alguien encerrado en su habitación con una pantalla con letras. Pero programar tiene una parte muy bonita, que es que te permite crear cosas de la nada, puedes hacer páginas web, aplicaciones... Se trata de usar tu creatividad para construir algo que mucha gente no sabría hacer, y partiendo de cero.

«La parte más bonita de programar es que te permite crear cosas de la nada»

Podríamos decir que en los estudios no has seguido el camino más convencional. ¿Qué consejo darías a estudiantes de secundaria o bachillerato que no quieren continuar con estudios universitarios?

Que seguir estudiando merece la pena. Tener un título, trabajar de lo que te gusta y que se te valore como a tal, poder pedir un sueldo más alto porque tu pericia aporta... te hace ver que estudiar tiene mucho sentido. A la larga, no es lo mismo trabajar en un puesto que te gusta y tener una buena calidad de vida, que estar siempre pendiente de buscar trabajo, de hacer cosas que no te llenan o de no saber qué hacer si pierdes el trabajo.

Pero también es verdad que no todo empieza y acaba con la universidad. Cuando yo entré en el ciclo formativo, noté falta de información sobre esta vía de estudios, alguien que te dijera que no hay que ir directamente a la universidad y empezar a estudiar algo que no sabes ni si te gustará. Cuando yo estaba en el instituto, si no hacías bachillerato e ibas a la universidad, se te calificaba del “típico chico que hará un módulo porque no quiere estudiar”. Y realmente, ¡no es así! Con 18 años no necesariamente debes tener del todo claro qué quieres hacer y por qué. Puedes entrar en la universidad muy perdido, hacer un curso, descubrir que no te gusta y entonces no saber por dónde seguir. El CFGS te proporciona un primer contacto con una profesión, para testar si realmente te gusta. Y entonces el abanico de posibilidades que se te abre es muy grande.

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