Retos, oportunidades... y la realidad: ChatGPT en la universidad

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  • Las universidades del mundo afrontan un reto con la popularización del uso de ChatGPT y otras herramientas que utilizan la inteligencia artificial para crear textos verosímiles o imágenes realistas
  • La UVic-UCC trabaja para la implementación de esta herramienta en las aulas desde un punto de vista ético y coherente con la docencia universitaria 

La popularización de las herramientas de inteligencia artificial (IA) ha llevado a la creación de un nuevo paradigma en la docencia y la evaluación universitarias. La capacidad de construir textos coherentes con información mayoritariamente verídica, aparecida más recientemente, plantea retos urgentes en la universidad y le obliga a formular preguntas que necesitan respuesta: ¿Sigue vigente el modelo actual de evaluación? ¿Son lícitos los usos de la IA en el mundo académico? ¿Hasta qué punto esta herramienta puede ayudar a ampliar el conocimiento de los estudiantes o perjudicar su proceso de aprendizaje?

Aunque existen diferentes tipos de aplicaciones y empresas, ChatGPT es la herramienta de generación de textos más conocida actualmente. Se autodefine como un modelo de lenguaje basado en la arquitectura GPT-3.5 creado por OpenAI que, dice, puede «procesar, generar y comprender lenguaje natural en diversas tareas, como la traducción automática, el resumen de texto, la respuesta a preguntas y la generación de texto creativo, entre otros». La herramienta se nutre de una enorme base de datos para aprender y mejorar constantemente sus textos, a partir de la cual genera las respuestas a las preguntas o planteamientos que le hacen los usuarios.

De sí misma también explica que carece de una comprensión completa del mundo o del contexto social y cultural, por lo que, avisa, puede producir respuestas «inexactas, inapropiadas u ofensivas en determinados contextos o situaciones». Tampoco esconde que es incapaz de trabajar más allá de los textos que ya conoce previamente y reconoce que "no tiene la capacidad de discernir la veracidad o moralidad de las preguntas o respuestas que recibe". Así pues, advierte a sus usuarios que, una vez se le ha hecho un encargo de texto específico, es posible que el resultado proporcionado, por muy bien estructurado que esté, no sea veraz ni se base en hechos reales.

«Hay posturas muy contrapuestas por parte del profesorado, y mucha incertidumbre sobre cuál debe ser el posicionamiento institucional»

La inteligencia artificial en las aulas: una vieja conocida

El uso de la inteligencia artificial en las aulas no es ninguna novedad. Un ejemplo de ello es la herramienta Copilot, que se basa en la IA para ayudar al estudiante a programar, y que ya es un elemento de apoyo habitual en los estudios de código. Otros elementos son los recursos empleados en corrección o traducción de textos. Pero estos nada tienen que ver con la nueva realidad que abre ChatGPT, reconoce Ramon Reig, adjunto para Asuntos Académicos en el Vicerrectorado de Ordenación Académica de la Universidad de Vic - Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC), según el cual el debate que empieza es plural y complejo. Requiere abordar cuestiones tan diversas, pero a la vez tan entrelazadas, como son la eficacia de la herramienta, los usos que puede tener en docencia, el impacto en los sistemas de evaluación y la dimensión ética de su presencia en las aulas, entre otros aspectos.

Y no existe una respuesta clara a todo ello. «Hay posturas muy contrapuestas por parte del profesorado universitario y mucha incertidumbre sobre cuál debe ser el posicionamiento que deben adoptar las instituciones universitarias», coinciden en decir Jordi Conca, director de los estudios de Empresa del Campus Manresa de la UVic- UCC, y Gerard Soler, responsable de Sistemas de Información de ese mismo campus. La rápida popularización de este nuevo modelo de IA ha hecho que muchas universidades, entre ellas la UVic-UCC, hayan creado ya grupos de trabajo y espacios de debate para analizar y debatir la utilización de esta tipología de inteligencia artificial en las aulas.

En docencia, una inteligencia artificial como ChatGPT es un arma de doble filo. Por un lado, afirma Ramon Reig, «abre la puerta a nuevas oportunidades y maneras de aprender y de enseñar». Así, puede ayudar a acortar los procesos de búsqueda, permite automatizar aspectos como la ortografía y la gramática, y contribuir en la búsqueda de inspiración o de ideas a la hora de abordar tareas más artísticas.

Por otro lado, la calidad de sus resultados es muy cuestionable: «Si la herramienta tiene un abanico amplio de fuentes, seguramente proporcionará información correcta ante tus preguntas, pero cuando este abanico no está, las respuestas suelen ser equivocadas», afirma. Para Reig, dar la espalda a la herramienta sería un error: «Hay que saber encontrar en qué momento tiene sentido utilizarla y en cuál, no, y adecuarnos a las herramientas tecnológicas que van saliendo, porque la IA estará presente en el futuro profesional de los estudiantes, queramos o no».

«La inteligencia artificial estará presente en la realidad profesional de los estudiantes»

Replanteando la evaluación

La evaluación académica es uno de los ámbitos que más preocupaciones y dudas ha generado a raíz de la popularización de ChatGPT. El uso de la herramienta anula la eficacia de los trabajos y de los exámenes como instrumento para saber si un estudiante ha alcanzado los conocimientos y los ha entendido y asimilado para poder aplicarlos en un futuro.

Ariel Guersenzvaig, director del máster en Diseño y Dirección de Experiencia de Usuario y Servicios Digitales de la Facultad de Diseño e Ingeniería Elisava, apuesta por replantear los sistemas de evaluación, no para evitar las trampas, sino porque «tecnologías como estas quizás estarán presentes en nuestro día a día en el futuro y, por tanto, los métodos tradicionales directamente dejarán de tener sentido». Pero al mismo tiempo se muestra cauto: «Ahora mismo, el ChatGPT debe tomarse por lo que es, una tecnología en desarrollo que existe, pero que no resuelve ningún problema real», afirma.

En la misma línea, Judit Bort, coordinadora de Trabajos de Fin de Grado (TFG) en la Facultad de Ciencias de la Salud y el Bienestar del Campus Vic afirma: «No es trabajo del profesorado hacer de policía y dedicarse a la búsqueda de los trabajos fraudulentos. Más bien es hora de repensar cómo evaluamos los proyectos académicos». Este año ya se han empezado a concretar cambios, como realizar un seguimiento más exhaustivo a los estudiantes que están haciendo su TFG para «poner más énfasis en la competencia crítica y reflexiva, así como en el establecimiento de mecanismos de supervisión y acompañamiento».

La ética aplicada a las nuevas tecnologías

Este ejercicio del pensamiento crítico también es clave para Maria Forga, profesora de Ética en la Facultad de Empresa y Comunicación del Campus Vic. Puede parecer que la alfabetización tecnológica es innecesaria para las nuevas generaciones de nativos digitales, pero también a ellos hay que enseñarles a usar la tecnología y a hacerlo con sentido crítico, tanto en las aulas como en otros entornos personales o profesionales . «No sólo es necesario aprender a utilizar ChatGPT desde un punto de vista funcional, también es importante el criterio y la concienciación que permitan un uso óptimo de esta herramienta», dice Forga, según la cual «hay que saber obtener conocimientos y, al mismo tiempo, detectar las mentiras y falsedades».

Debemos explorar la IA y conocerla para formar a un alumnado preparado para utilizarla

«Tenemos que ir más allá de cómo la IA afecta a la dinámica de la clase o al ejercicio de poner nota, y debemos proyectarnos en el alumnado para que cuando salga al mercado laboral, trabajará teniendo la IA a su alcance y tendrá que saber utilizarla con responsabilidad», reflexiona Maria Forga. Por eso reivindica incorporarla de forma transversal en todas las materias que se imparten y formar al profesorado.

En una línea similar, Elisabet Sarri, profesora de la Facultad de Medicina y coordinadora de ciclo de este grado, reflexiona: «Todavía no hemos digerido el uso indiscriminado que hacen los alumnos de la información accesible en Internet, y ya debemos enfrentarnos a herramientas que ordenan esta información, sea o no rigurosa, y la exponen con un lenguaje correcto de estructura, gramática y ortografía». Sarri recalca la necesidad de dotar al estudiante de criterio para que sepa analizar esta información desde un punto de vista crítico.

ChatGPT: un nuevo camino por recorrer

A pesar de las muchas dudas que abre la llegada de ChatGPT, existe una cuestión que genera consenso. El uso de esta herramienta se generalizará en un futuro y, en la universidad, será utilizada ampliamente para la realización de trabajos académicos, la búsqueda de información y la generación de contenidos. La pregunta, pues, no es si es necesario integrarla, sino cómo hacerlo. Y la respuesta apunta a la responsabilidad, al sentido común y a la mirada crítica.

Marcos Cánovas, profesor de la Facultad de Educación, Traducción, Deportes y Psicología, lo explicaba en el artículo «¿Cómo afecta ChatGPT a la enseñanza de lenguas aplicadas, traducción y edición de textos?», publicado en The Conversarion el mes de mayo: «Las tecnologías sin ética son devastadoras: la ética de la IA debe integrarse en la ética profesional inherente a la formación universitaria». Además, afirmaba, «la creatividad al modo humano todavía no está al alcance de las máquinas. Dicho de otro modo, la artificial es una inteligencia que procesa, pero que no piensa».

«La creatividad al modo humano todavía no está al alcance de las máquinas. Dicho de otro modo, la artificial es una inteligencia que procesa, pero que no piensa»

«La constante mejora de la tecnología hará que, en un futuro quizás no muy lejano, un texto generado por IA sea indistinguible de uno que haya creado y redactado una persona», señala Cánovas. Los expertos y expertas coinciden a la hora de afirmar que, del mismo modo que Internet revolucionó la docencia, la evolución tecnológica también la seguirá afectando. Asimismo, también hay cuórum con respeto a la importancia de la ética en todo este proceso, tal como concluye Cánovas en su artículo: «Una orientación ética en la aplicación de la tecnología resultará clave para integrar la inteligencia artificial en las aulas como una herramienta de acompañamiento, mejora y refuerzo de la docencia.»

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